A algunas personas, con la edad, se le va perdiendo el olfato
y esto hace que a veces, las pobres, vayan de la manera que iba hoy mi madre.
Se estaba arreglando para irse a jugar al club cuando la
veo que con la colonia Vandervilt, que no digo que huela mal, pero, es muy fuerte,
pues con esa la veo que se empieza a pulverizar por el cuello, las axilas, el
pecho, la barriga, sus partes intimas y además la ropa que se iba a poner.
¡Dios mío! Casi me asfixio, y ella tan campante. Le digo: “mamá, mi niña, ponte
poquito que es muy fuerte y huele demasiado” Pues por eso se cogió un empute
descomunal, Decía: “pues ya no me puedo ni poner colonia, todo lo hago mal,
etc. etc.” Mientras se pintaba la cara era un poema, con el cabreo que tenía.
En la casa no se podía estar, el olor no se iba, y duró por mucho tiempo. Al
día siguiente, cuando ya no se acordaba del enfado le dije: “mamá, ven para acá
que tenemos que hablar” y me contesta (siempre tirando puntitas): “pues mira a
ver que me vas a decir para saber si dejo la puerta abierta” (amenaza directa, queriéndome
decir que según lo que yo le diga, pues se va -cómo si la pobre tuviera donde
ir-.) Le digo con todo el amor que le tengo y con la paciencia -que se me
quiere ir, pero ahí la tengo retenida-. “A ver, mamá. A las personas mayores se
les va un poquito el olfato, y no se dan cuenta a veces de los olores fuertes.
Si tú estás bañadita (porque limpia si lo es) y limpia como los chorros del
oro, no tienes que ponerte tanta colonia, no te hace falta, porque esa colonia
es muy fuerte y si te pones mucho, pues ya no hueles, ya apestas a colonia”.
Respuesta de ella: “Ahora voy apestando…” y le digo: “Si, si te pones mucha sí.”
Se le puso cara de niña pequeña diciendo “ya no vuelvo a hacerlo más” y se
quedó tranquila.
Las colonias siguen oliendo igual, aunque nosotros
perdamos el olfato, no por ello te tienes que echar medio bote. Esto a lo mejor
hay personas a las que nadie se lo ha dicho, y las pobres van por ahí llevando
un halo de perfume que a veces cuesta acercarse a ellas.
No sé si mi madre lo volverá a hacer, porque todo lo que
hablamos se le olvida. Y si fuera así, pues se lo repetiré de nuevo. ¿Qué vamos
a hacer?
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