Parece que a partir de ahora he de
vivir en un continuo “diálogo de besugos”. Nunca había estado con alguien que
trabucara tanto las palabras, y donde el diálogo se convirtiera en un
galimatías. Esta enfermedad de Alzheimer es tan enrevesada y tan dañina que el
que la ve desde afuera, ve como va minando la vida de una persona poco a poco,
de tal manera, que quien lo padece no se da ni cuenta, va perdiendo el norte,
sus recuerdos y su presente día a día. Yo no sé aún en que fase está mi madre,
porque me falta el diagnóstico del neurólogo en la próxima cita, ya están
hechas las pruebas, solamente falta que la vean, pero, ahora, es un continuo
repetir y repetir, y conversaciones sin sentido. No tengo ni idea de lo que
vendrá después, sé lo que he leído, lo que me han dicho, pero claro, cada
persona es un mundo, y el mundo de mi madre, aún está por descubrir.
Ana Chaceta
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