Hace más de dos meses que no escribo nada sobre mi madre,
y no es precisamente porque no haya ocurrido cosas, que pasar han pasado, pero,
he estado un poco liadilla entre una cosa y otra. Mi madre sigue en su línea,
aunque más demenciada que hace dos meses atrás. ¡Cómo camina de rápido esta
enfermedad! Gracias a Dios aún nos reconoce a toda la familia, pero lo
inmediato, se le olvida. No sabe si ha desayunado, no sabe si se ha bañado, o hace
cosas y dice que no las ha hecho o dicho, me dice una cosa ahora y al momento
me dice lo contrario y es en este camino en donde ha avanzado la enfermedad,
pero todavía, nos conoce a todos, como ya he dicho.
Ahora mismo está limpiando el polvo del mueble de la TV
con una servilleta de papel de la cocina, o limpia las piezas del baño con la
escobilla del wáter, no para de trabajar, cuando no se queja que se queja
muchísimo, porque (no sé si lo habré contado en otra ocasión) tiene el umbral
del dolor muy bajo y cualquier dolor que otra persona ni siquiera mencionara
por ínfimo, a ella la han tenido que llevar a urgencias. Entonces su día a día
es quejarse o, cuando tiene un día bueno, como hoy, recoger, recoger, recoger y
poner todo en “su sitio”, en el sitio que ella cree que debe de estar.
Que triste es ver como se adentra en ese mar de contradicciones,
en ese mundo vacío de esperanzas y lleno de recuerdos enmarañados. Esto me hace
dar cuenta de que el ahora, el momento presente, es lo único real, y que, si
cada día vamos construyendo un presente continuo, estamos construyendo, estamos
viviendo, y si apareciera esa enfermedad en nuestras vidas, por lo menos, cuando
nos digan, “vas a olvidar”, podremos pensar que al presente lo estrujamos como
una naranja y le sacamos todo el jugo, el futuro… Dios dirá.
Sé que las decisiones de mi madre no se pueden tener en
cuenta, pero, ahora ella ha decidido ir a una residencia. Yo ya estaba
arreglando la Ley de Dependencia desde febrero de este año, porque esta
enfermedad de ella, llevarla yo sola, es muy duro y aunque tenga ayuda de una cuidadora
durante un año y otra más hace escaso un mes, se me hace muy difícil, puesto
que me hace estar obligatoriamente con ella toda la mañana, sin poder salir
para hacer ni tan siquiera un mandado, ya que no sé qué se le puede ocurrir.
Además, viendo esa evolución tan rápida, no sé qué puede pasar y egoístamente,
su decisión de entrar en un centro de mayores, no se la he discutido.
Ella (creo) estará entretenida entre tanta gente y
quizás, la familia, sabiendo que no está con ningún familiar, la visite más. En
el centro que va a ir, ya estuvo hace nueve años, estuvo como un año y medio
mas o menos, ingresada con su hermano, cuando este murió, se volvió a donde
ella vivía antes de entrar. Así que aquí estoy, arreglando papeles, haciéndole exámenes
físicos y preparando todos los requisitos que en el centro me piden.
Es doloroso para mi y seguramente para ella, pero a veces
hay que tomar decisiones drásticas que nos dejan huella en el corazón, pero
tenemos que hacerlo por el bien de muchos. Quiero pensar que, ella será mas las
veces que no se acuerde de nosotros y que así no se sienta abandonada, y de mi parte,
iré a verla con mucha frecuencia, a hacerla sentir que no está sola y procuraré
que sea feliz, y echaré de menos que ya no duerma o deambule a mi lado.
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