martes, 7 de noviembre de 2017

EL PASO DEL TIEMPO


Parece que las aguas vuelven a su cauce, siempre teniendo en cuenta que es un rio turbulento. No cabe duda que el tiempo es un fiel aliado cuando uno quiere ver resultados positivos a largo plazo; se va creando una costumbre cotidiana, nos vamos conociendo la una a la otra y me voy acostumbrando -aunque cuesta mucho- a soportar la imposición de una “extraña” en mi casa, aunque se llame “madre”. Tengo que decir que la quiero con muchísima ternura y que me nace el darle ese cariño y mimo que necesita, lo hago con muchísimo amor y es por ello por lo que creo que no la puedo juzgar -aunque a veces se me escape, en forma de crítica algunas de las muchas cosas que recuerdo-, pero no la debo juzgar, porque si me tuvieran que juzgar mis hijos a mí, seguramente que algunas -o muchas- cosas de las que hice, no le gustaron.
Esta situación de cuidadora lo que me está enseñando es algo muy triste, el deterioro del ser humano día tras día, porque, aunque yo misma y a cada uno de nosotros le pasa, no se ve a modo galopante como se puede apreciar en una persona tan longeva. Pero también es una lección de vida como hija, me doy cuenta lo importante que es el cariño y el lazo de unión familiar, el que esté bien atado y bien alimentado de amor, porque, en definitiva, tras toda esa carga de responsabilidad, de sacrificio y dedicación, tiene que haber un pilar fuerte de amor incondicional, que será lo que la sostenga.

Dejemos pues que ande el tiempo, que camine lento para poder compartir con mi madre el que nos quede a cada una. 

EN SU LINEA

Hace más de dos meses que no escribo nada sobre mi madre, y no es precisamente porque no haya ocurrido cosas, que pasar han pasado, p...