Esta mañana experimenté un sentimiento
extraño, alegría y tristeza mezclado con satisfacción, se me salieron las lágrimas
-sin que ella me viera, claro- Les explico: sé perfectamente cómo hacer feliz a
mi madre, y una de las cosas que le encanta es escuchar la música que le gusta
por la mañana, la de su tiempo, Marifé de Triana, Manolo Escobar, Lola Flores y
todas las folclóricas de la época. Entonces me acordé de una canción que canta
Manolo Escobar que se llama “Anita” (como ella) y se la puse en el Ipad, bueno,
bueno, ella privada, la cantaba y en un momento le dije: mamá, vamos a bailar y
la bailamos, ese fue el momento en que me sentí así, cuando la tenía entre mis
brazos, tan pequeñita y tan contenta. Yo le decía: “Pero qué bien bailas, mamá”
y ella… feliz.
Me compré un altavoz pequeñito, en
forma de champiñón, pero que le da más volumen a mi anticuado Ipad, y a ella le
llamaba la atención que aquella cosa tan pequeña y rosa tuviera tanta voz y me
dice: Pepi, ¿no me puedo llevar esto al club para que lo oigan mis amigas? Se
refería solamente al altavoz, y le dije que eso tenía que ir unido a lo otro,
al Ipad, porque sólo, no sonaba, y dice: Ahhh (con cara de asombro). Las nuevas
tecnologías es un mundo desconocido totalmente para ella.
Yo me estoy reciclando en canciones
del siglo pasado y ella me va cantando por la casa mientras va pasando la mopa del
polvo por el suelo “Ojos Verdes”, “Anita”, “La bien pagá”, etc.
Estoy convencida que es una terapia
muy buena y una manera excepcional de trabajar su parte cognitiva, que en
definitiva es lo que hace que su mente se mantenga activa y que su degeneración
sea mucho más lenta.
Y como me gustó tanto, seguiré echándome
unos bailes con mi madre.
Ana Chaceta
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