Las cosas se van arreglando. Cierto es que el tiempo lo cura todo y como no, poniendo una mucho de su parte se puede conseguir cosas positivas. Ya ha pasado seis meses de la llegada de mi madre a mi casa para quedarse, y lo que al principio parecía un caos, ahora (mucho debido a la enfermedad de mi madre, ya diagnosticada: Alzheimer), pues se ha ido apaciguando el ambiente, y la convivencia se ha ido acoplando por ambas partes, ya tanto mi madre como yo, estamos más adaptadas y más a gusto también.
Que mi madre padezca de Alzheimer no tiene nada bueno, pero, en su caso, el que se olvide de muchas cosas ha hecho que la vida le sea más fácil y menos penosa. En estos seis meses, su cabeza, a marchas forzadas, está cada vez más olvidadiza, repetitiva, y muchas veces confusa. Para mi es como enseñar a una niña a comportarse, a mirar las cosas de otra manera, aunque ahora a ella es imposible explicarle nada porque si le preguntas a los cinco minutos que le has dicho ya no lo recuerda, pero también con demostraciones se aprende, y ella ahora está imitando lo que yo hago, y hace cosas que antes no hacía, como abrazarme y darme besos, porque yo se lo hago a ella y ella me imita.
Tengo que mirar esta situación como un regalo que me han dado, el poder disfrutar de mi madre en la última etapa de su vida, he aprendido a separar su vida y la mía, para no agobiarme, a ella la hago feliz y también intento serlo yo. Lo que está claro es que si yo estoy mal, todos los que me rodean también lo estarán, por eso aunque vivamos juntas, comamos y durmamos juntas, ella tiene sus actividades y yo las mías. Nunca aprendí a ser cuidadora, esto fue como una imposición de golpe, por eso, quizás al principio fuera tan difícil, pero esa psicología innata que a veces nos da la vida me ha ayudado a enfrentar esta situación y por ahora me siento feliz. Ahora disfruto de mi madre, y ella de mi, me gusta mucho reír con ella y sentirla decir que es feliz. Ahora ha cambiado la tristeza por la risa, el llanto por el cante, porque sí, canta y todo, así que ha valido el esfuerzo e invertir muuuucho cariño en la empresa.
Si de algo le puede servir a quien esté en mi misma situación, decirle que lo que hago es tener mucha paciencia, no hacerle ver la realidad tal como es, sino adaptarla a lo que ella cree, de tal manera que no le ocasione una confusión, no discutir, ni decirle: "ya te lo dije antes", da igual si te ha hecho la misma pregunta diez veces, tienes que hacer como si fuera la primera vez que la oyes, escucharle como si fuera la primera vez cuando te cuenta por enésima vez la misma historia, y sobre todo, darle mucho cariño. Mi madre siempre tuvo miedo a la muerte y ahora más que nunca, y lo único que quiere es sentirse segura.
Seguimos dando pasitos las dos juntas y... Dios dirá.
Que mi madre padezca de Alzheimer no tiene nada bueno, pero, en su caso, el que se olvide de muchas cosas ha hecho que la vida le sea más fácil y menos penosa. En estos seis meses, su cabeza, a marchas forzadas, está cada vez más olvidadiza, repetitiva, y muchas veces confusa. Para mi es como enseñar a una niña a comportarse, a mirar las cosas de otra manera, aunque ahora a ella es imposible explicarle nada porque si le preguntas a los cinco minutos que le has dicho ya no lo recuerda, pero también con demostraciones se aprende, y ella ahora está imitando lo que yo hago, y hace cosas que antes no hacía, como abrazarme y darme besos, porque yo se lo hago a ella y ella me imita.
Tengo que mirar esta situación como un regalo que me han dado, el poder disfrutar de mi madre en la última etapa de su vida, he aprendido a separar su vida y la mía, para no agobiarme, a ella la hago feliz y también intento serlo yo. Lo que está claro es que si yo estoy mal, todos los que me rodean también lo estarán, por eso aunque vivamos juntas, comamos y durmamos juntas, ella tiene sus actividades y yo las mías. Nunca aprendí a ser cuidadora, esto fue como una imposición de golpe, por eso, quizás al principio fuera tan difícil, pero esa psicología innata que a veces nos da la vida me ha ayudado a enfrentar esta situación y por ahora me siento feliz. Ahora disfruto de mi madre, y ella de mi, me gusta mucho reír con ella y sentirla decir que es feliz. Ahora ha cambiado la tristeza por la risa, el llanto por el cante, porque sí, canta y todo, así que ha valido el esfuerzo e invertir muuuucho cariño en la empresa.
Si de algo le puede servir a quien esté en mi misma situación, decirle que lo que hago es tener mucha paciencia, no hacerle ver la realidad tal como es, sino adaptarla a lo que ella cree, de tal manera que no le ocasione una confusión, no discutir, ni decirle: "ya te lo dije antes", da igual si te ha hecho la misma pregunta diez veces, tienes que hacer como si fuera la primera vez que la oyes, escucharle como si fuera la primera vez cuando te cuenta por enésima vez la misma historia, y sobre todo, darle mucho cariño. Mi madre siempre tuvo miedo a la muerte y ahora más que nunca, y lo único que quiere es sentirse segura.
Seguimos dando pasitos las dos juntas y... Dios dirá.
Has tenido mucha suerte al no rechazarte. Suelen hacerlo con la persona que más quiere. Amí me ocurrió con una de mis primas, yo era su ojito derecho y al final no podía acercarme a ella. Mucho ánimo amiga.
ResponderEliminarGracias cariño. Un abrazo.
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