Mi madre ya ha empezado esta fase -que
no sé cual es, puesto que aún no la ha visto el neurólogo y no me ha informado-,
en la que, se hace un verdadero lío con las cosas. Ya lo hacía, pero ahora, aún
más. Cada día le hago escribir en la cocina, en un azulejo reservado a modo de
pizarra, el día en que estamos y el mes. No se imaginan la que lía. Si está
apuntado jueves 2 de agosto, pues yo le digo: “a ver mamá, ¿qué día es hoy?” Y ella va mira y empezamos este diálogo:
Mamá: Hoy es jueves.
Yo: No, jueves fue ayer.
M: Entonces hoy es… (empieza a contar
con los dedos de la mano lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, hoy es
viernes.
Y: Muy bien mamá. Entonces hoy es
viernes. ¿Y qué número?
M: 2.
Y: No, 2 fue ayer, hoy es…
M: 3.
Y: Muy bien, entonces hoy es viernes 3
de…
M: Septiembre.
Y: No, de agosto. (Entonces lo borro
del azulejo y le vuelvo a preguntar: entonces, ¿qué día es hoy?
M: Jueves.
Y: No, mamá, hoy es viernes…. y otra
vez repetimos lo mismo. Así podemos estar un buen rato, porque ya no se acuerda
de lo inmediato.
Ayer, me dio mucho sentimiento y ganas
de llorar, porque es tremendo ver como avanza sin que ella se de cuenta esta
dichosa enfermedad. No estoy acostumbrada a verla tan sumisa ni tan incapaz,
aunque a veces, ya me hubiera gustado verla así, por su tremendo carácter, pero
ahora es como si la estuviera viendo partir, despacito, pero sin pausa. Y estoy
descubriendo, que, aunque al principio me costó enfrentarme a esta
responsabilidad, ahora le doy gracias a Dios por haberla puesto en mis manos,
porque la voy a despedir con todo mi amor y cariño, y le voy a hacer su partida
lo mas bonita que pueda.
Las cosas suceden por algo, y si ella
está hoy aquí, conmigo, en mi casa, es porque tenía que ser así. Cada día la
vida me enseña de sus vuelcos, de sus vueltas, de que no puedes predecir nada,
que todo pasa porque tiene que pasar. Y también he comprobado, que, si vas
positivo, y con la mente abierta, puedes aprender muchísimo de cosas que no te
enseñan en ningún centro, que son experiencias que, al vivirlas, te enriquecen
y fortalecen.
Así que, aquí la llevo de la mano, y
no solo metafóricamente, puesto que vamos para la peluquería. Menos mal que aún
no se le ha perdido su coquetería, quiere estar guapa porque hoy la ve el
oculista.
Ana Chaceta
Mi querida Ana: todo esto que haces hoy es lo que mañana te llenará de felicidad, aún dentro del dolor de ver su partida. Sé lo que te digo porque lo viví y a demás doblemente. Un abrazo enorme preciosa.
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ResponderEliminarMaría cariño, te borré tu segundo comentario por estar repetido. Muchas gracias por tener siempre unas palabras para mí. Hasta el próximo, maslinda.
ResponderEliminarAna Chaceta