martes, 26 de septiembre de 2017

RISAS

No siempre son pesares, a veces nos reímos mucho juntas como esta mañana. Me desperté con una fuerte afonía que se resiste a marcharse pues la estoy padeciendo desde hace tres días, me sentía fatal, me dolía muchísimo la garganta y tenia un mal cuerpo increíble, un frio… Quise hacerle ver a mi madre que podía ser útil cuidándome, pues yo necesitaba mimitos. Teniendo en cuenta que a mí no se me entendía casi nada y que ella es bastante sorda, pues la situación fue muy chistosa. La llamé afónica perdida: “mamá”  (tres o cuatro veces), cuando me oyó, vino a la cama y le digo: “mamá mira… ¿Qué? Escucha… si, dime… mira, en el bolso de las medicinas… ¿Qué?... ¡mamá! ¿Qué? … que en el bolso de las medicinas hay un botecito amarillo… ¿Qué?, que en bolso hay un botecito amarillo tráemelo por favor. La veo que se da media vuelta y al momentito la oigo como una letanía “un bolso amarillo, un bolso amarillo, un bolso amarillo”. Estaba buscando lo que ella entendió, un bolso amarillo. No podía dejar de reírme con el dolor de garganta y todo. Me levanté y se llevó un gran susto porque no me esperaba y le dije: esto mami, este botecito amarillo (la lizipaína), nos reímos las dos con ganas y tuve que darle besos y es que la veo tan indefensa…
Hoy duerme feliz, fue a visitar a sus amigas al club, en Maspalomas, la llevó una de sus nietas y vino cansada por el viaje, pero feliz. Ya no le molesta que la ventana esté cerrada, lo que creo que significa que vamos superando etapas.

Se me presenta un nuevo reto, poco a poco tengo que aprender o mejor dicho enseñarle a ella el desapego, porque ahora mismo no quiere hacer nada sin mí. Pero, como he dicho, poco a poco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

EN SU LINEA

Hace más de dos meses que no escribo nada sobre mi madre, y no es precisamente porque no haya ocurrido cosas, que pasar han pasado, p...